Muchos problemas psicológicos del hombre actual como la ansiedad y la depresión, se generan a través de una secuencia de actitudes o pensamientos negativos que alimentan a su vez el estado de tensión, creando un círculo vicioso que es preciso romper.
La mayoría de las personas ansiosas se sienten bien en la mañana al despertarse, pero a medida que se acumula la presión del resto del día, se sienten más y más tensos. Ya para las 3 o 5 de la tarde han acumulado tanta tensión que no pueden ni siquiera disfrutar tranquilamente de la cena sentados a la mesa con su familia. Más tarde, mirando televisión, escuchando la radio o a la hora de acostarse, experimentan todo tipo de molestias físicas tales como acidez estomacal, tensión muscular en el pecho, dolor de cabeza o de espalda y en general una sensación de inconformidad. En otras palabras, la persona no se puede relajar.
Durante el día las pequeñas dificultades y problemas acumulan tensión y esta se traduce en ansiedad. Posiblemente ya para la tarde la persona se sienta algo incómoda y comience a preocuparse. No a preocuparse sólo de los problemas del día, sino también de los problemas del día siguiente y consecuentemente se preocupe por su futuro en general. Es aquí donde la persona se llena de temores, pues comienza a dudar de su capacidad para enfrentar y resolver sus problemas.
Los problemas ocasionan tensión, la tensión crea un estado de preocupación y esto se convierte en un círculo vicioso. En lugar de disiparse, se alimenta a sí mismo. Este es el círculo vicioso de la tensión que al final del día producirá un estado de ansiedad que con frecuencia se vuelve difícil de tolerar.
Si la práctica de los ejercicios de relajación se lleva a cabo con regularidad, el nivel de tensión y ansiedad se reducen de forma significativa. Tal como el ejercicio físico prepara y fortalece los músculos haciendo posible llevar a cabo actividades que serían imposibles sin el entrenamiento adecuado, de la misma manera los ejercicios de relajación nos ayudan a desarrollar una actitud más entusiasta y positiva ante la vida y nos capacitan para manejar la tensión emocional ocasionada por los problemas de forma más efectiva.
Por supuesto que los cambios en el sistema nervioso no serán visibles como como se observarían en los músculos. No se fortalece y amplía su tamaño, pero a través de los ejercicios de relajación el sistema nervioso se beneficia enormemente en su capacidad funcional, lo cual redunda en beneficio de la persona.
Los descubrimientos en el campo de la psicología indican que el ser humano puede ejercer control suficiente sobre muchos procesos psicológicos básicos, los cuales tradicionalmente se han considerado como automáticos. Utilizando técnicas y el entrenamiento adecuado, muchas personas han aprendido a controlar los latidos del corazón, la presión arterial, la temperatura del cuerpo, las ondas cerebrales y otras funciones del cuerpo.
Se han realizado experimentos para facilitar el entrenamiento: Por ejemplo, para enseñar a una persona a controlar los latidos del corazón, se le conecta a una máquina que en una pantalla le muestra cuándo los latidos se aceleran y cuándo se hacen más lentos. A través de la relajación física y mental es posible aprender fácilmente a controlar estas y otras funciones sin necesidad de aparatos electrónicos.
Es por ello que damos tanta importancia a la práctica regular de los ejercicios de relajación y meditación, puesto que son nuestra arma más eficaz contra la tensión y la ansiedad. Siempre habrá problemas que resolver, pero no son estos la causa de la tensión y la ansiedad, sino la forma en que manejamos y enfrentamos estos problemas. El círculo vicioso de la tensión es perfectamente evitable.
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